viernes, 10 de abril de 2009

>Iris en un periódico asturiano<

(FOTO: Iris Ambrosio, en el centro, rodeada de niñas del Club Gimnástico Versalles, en un polideportivo de Avilés).

La sangre asturiana de «Fama»
La bilbaína Iris Ambrosio visita la tierra de su familia materna tras salir del concurso de baile de Cuatro.
Una mezcla entre bilbaína y asturiana es de agárrate que hay curva. Así es, en efecto, Iris Ambrosio. En la academia del concurso de baile «Fama», que emite Cuatro, la llamaban «la teniente O'Neil».
Iris Ambrosio se declara tenaz y exigente consigo misma. Un ejemplo: durante el ensayo de una coreografía, la que podía otorgarle el paso a la final, un mal movimiento provocó que su rótula se descoyuntara. «Quería seguir, así que me metí la rodilla yo misma», recuerda.
Al final, la rótula dijo basta e Iris tuvo que abandonar el programa. La ex concursante de «Fama», aún con la escayola lastrando sus pasos, ha decidido oxigenarse después de tres meses de reclusión y sobreesfuerzo.
Iris Ambrosio está de «tour» por Asturias, la tierra de su madre, ovetense de nacimiento. Además de la capital, en la que aún conserva a una abuela, la bailarina ha visitado Langreo, Avilés y Cudillero. Avilés ha sido su centro de operaciones. No en vano, es junto a Oviedo la ciudad de los veranos de su infancia y adolescencia.
Su buena relación con Amelia Sánchez, presidenta del Club Versalles de gimnasia rítmica y también bilbaína, y con su hija, Patricia Berciano, hoy entrenadora, eran un señuelo para Iris. «Durante el otoño y el invierno estaba en mi club de Bilbao y en verano, como visitaba Asturias con mi familia, me entrenaba con el Versalles. Hasta llegué a competir alguna vez. Me metían mucha caña, pero lo pasaba genial», recuerda Iris Ambrosio, que llegó a ser campeona nacional de la modalidad. El final de la adolescencia significó el final de la gimnasia rítmica. Fue entonces cuando Iris condujo sus pasos a la danza. Sin embargo, lo de apuntarse a las pruebas de acceso a «Fama» no estaba en sus planes.
«Había visto el anuncio, pero no me planteaba llamar. Fue entonces cuando mi familia y mi novio me convencieron». Así que, con su determinación habitual, se plantó a las siete de la mañana en el casting. Un baile en el que fusionó funky y danza lírica engatusó al jurado. Comenzaba la vida pública de Iris Ambrosio. Sus movimientos eran recogidos por cientos de cámaras. La dirección del programa prohibía a los concursantes dirigirse al resto del equipo y, peor aún: los blindaron del mundo exterior.
«No había relojes. Calculábamos que nos levantaban a las seis de la mañana. A veces me despertaba por la noche sin saber dónde estaba», señala Iris Ambrosio.
A pesar de tanta presión, la experiencia resultó formidable. «He aprendido muchísimo y me lo he pasado bomba. "Fama" es un trampolín y quiero aprovecharlo», señala.
Sus sueños: dedicarse a la danza clásica y protagonizar un musical. Por lo pronto, su próxima meta es buscarse las vida en Los Ángeles, meca de la danza moderna.
Un saludo.